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Así no me puedes tener (Primer adelanto)


Cameron

Abrí la puerta de la camioneta y me bajé de ella casi sin esperar a que mi mejor amigo la detuviera.

Cuando recibí la llamada de la policía, fue como caer en un agujero negro sin fin del que jamás podría salir. Solo quería llegar al hospital y comprobar que no era tan grave lo que le había sucedido; a decir verdad, solo deseaba que no fuera como me lo acababan de notificar.

Entré en la sala de Urgencias y me aproximé al mostrador de recepción.

—Soy el prometido de Stacey Hamilton. Me han llamado porque ella está aquí hospitalizada.

La persona que se encontraba allí hizo algunas comprobaciones y luego levantó la vista para mirarme, y al instante advertí la lástima en sus ojos.

—Oooh, sí. Diríjase al sexto piso, a la UCI.

—¿Está muy grave?

—Ahora mismo anuncio que ha llegado, señor. El médico saldrá para darle un informe. Diríjase donde le he indicado.

Oí los pasos apresurados de mi mejor amigo tras de mí, pero no me di la vuelta para comprobarlo; inmediatamente sentí su mano apoyarse en mi hombro.

—Vayamos donde nos indican —me dijo, animándome a que caminara.

Me quedé petrificado en el lugar cuando la recepcionista me reveló que mi Stacey estaba en la Unidad de Cuidados Intensivos. Mi cuerpo empezó a temblar, y comprendí entonces que su estado realmente era tal como me había dicho el policía que me había contactado; en un principio, este no había querido extenderse mucho por teléfono, pero, cuando exigí que me adelantara cómo estaba, accedió a darme alguna información parcial de lo que le había ocurrido. Mi interlocutor se comunicó conmigo a través de su móvil, por ser la última persona a la que ella había llamado, después de que lo revisaran al encontrarla.

Me obligué a mover los pies, sin saber realmente a dónde tenía que dirigirme para acceder al sexto piso, pero oí a mi acompañante preguntar, y me tranquilizó, porque sin duda él tenía la mente más clara que yo.

—Doblen a la izquierda, allí encontrarán la zona de ascensores.

—Gracias —lo oí decir inmediatamente antes de volver a ponerme la mano en el hombro—. Por aquí —me señaló.

Dejé que me guiara; mi cabeza era un martilleo continuo y estaba desesperado, así que no me preocupé por retener nada, sabía que mi buen amigo estaría alerta por mí.

Apenas el ascensor se detuvo y la puerta se abrió, salí desbocado de allí. Miré todas las puertas, pero mi visión se había transformado en un túnel sin salida, así que eso significaba que no veía más allá de la desesperación que acarreaba.

—Es ahí —lo oí indicarme, y dejé que nuevamente me condujera.

Mi primer instinto fue el de empujar la puerta, para atravesarla; sin embargo, me encontré con que esta estaba bloqueada. Estaba decidido a empezar a golpearla con ambos puños, pero entonces mi compañero de universidad levantó una mano y tocó un timbre que yo no había advertido.

No se demoraron en atender, pero estaba tan desesperado que me pareció que había pasado una eternidad hasta que alguien apareció tras ese vano; de inmediato y alocadamente, comencé a preguntar por Stacey.

—Aguarde un momento —me pidió la enfermera—; ya viene el doctor para hablar con usted.

Cuando la puerta volvió a cerrarse, un tipo vestido de manera casual se me acercó y me enseñó una placa de policía.

—Buenas noches. He oído que ha preguntado por la señorita Hamilton. Soy Phil Walsh, detective de la División de víctimas especiales de Nueva York. He hablado con usted por teléfono hace un rato; ella es mi compañera, la detective Harrison.

Vi cómo me tendía su mano y, entonces, reaccioné y les devolví el saludo.

—Lamento lo que está pasando, pero me gustaría hacerle algunas preguntas.

Sacudí la cabeza negativamente; en ese momento no podía pensar en nada, solo en que quería estar al lado de Stacey.

—Lo siento, estoy confundido, necesito verla.

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